
Situada en el Arco atlántico, a 55 kilómetros del mar y en la confluencia de los ríos Vilaine e Ille, Rennes es una ciudad que asombra y seduce por su dinamismo, por la amabilidad de su gente y por la riqueza y la diversidad de su patrimonio.
Su nombre viene del pueblo galo que la fundó, los riedones.

La historia de Rennes abarca varios siglos durante los cuales desarrolló su poder político, conservando hasta la Revolución Francesa, cierta autonomía frente la autoridad de los reyes.
En 1720, la ciudad sufrió un terrible incendio y el centro medieval que era de madera fue parcialmente destruido y reconstruido con piedra. Posee sin embargo numerosos monumentos que son testigos de su importante pasado.

En el centro del casco antiguo, se encuentra la plaza des Lices, bordeada al norte con casas del siglo XVIII, algunas de piedra y otras con entramados de madera, y al sur por dos mercados diseñados por Jean-Baptiste Martenot. En la Edad Media, este lugar era un campo cerrado donde se celebraban torneos de caballeros..

Desde 1965, todos los sábados se instala un importante mercado que ofrece productos de toda la región y crea un ambiente muy particular y muy animado.

Muy cerca, con sus dos torres, la Porte Mordelaise, reconstruida en el siglo XV, era parte de las murallas que protegían la ciudad.

La catedral Saint-Pierre, donde fueron coronados los duques de Bretaña, también fue parcialmente reconstruida en el siglo XIX.

En el interior, destacan, el altar mayor realizado con mármoles procedentes del Foro de Roma, el Gran Órgano, y las imponentes bóvedas.

La Capilla Saint-Yves, de estilo gótico flamígero, tiene valiosas decoraciones tanto en el exterior como en el interior. Actualmente alberga la oficina de turismo de Rennes.

El Hotel de Ville, del siglo XVIII es de piedra calcárea y de granito. Se compone de dos edificios clásicos unido por una construcción curva donde se alza la torre del reloj.

En frente, la forma redonda de la Ópera corresponde al arco de la fachada del ayuntamiento creando así una armonía entre los dos edificios.

En el antiguo palacio universitario, el museo de Bellas Arte alberga numerosas obras de grandes maestros: Rubens, Veronese, Picasso…

Les Champs Libres, es un lugar cultural concebido por el arquitecto Christian de Portzampac. Este edificio de color rosa y gris, tiene tres espacios, en forma de dolmen, de menhir y de pirámide invertida, dedicados respectivamente al museo de Bretaña, al área de las ciencias con su planetarium, y a la biblioteca de Rennes.

El Parc du Thabor, antiguo vergel de los monjes de Saint-Mélaine fue diseñado por Denis Bühler durante el segundo imperio. Tiene una superficie de más de 10 hectáreas donde se mezclan los jardines de estilo francés e inglés.

Tiene un importante jardín botánico y una magnífica rosaleda. Es un lugar ideal para pasear y relajarse pero también para disfrutar de todos los eventos culturales que propone, como exposiciones y conciertos de todo tipo.

Y no olvidemos mencionar la especialidad culinaria de Rennes: la galette-saucisse. Es un crepe de trigo negro (la galette) enrollada alrededor de una salchicha hecha a la barbacoa, dos productos característicos de la región. Se suele comer en la plaza de Lices y en todos los festivales y eventos deportivos, especialmente los partidos de futbol disputados en el estadio de la ciudad. En 1990, dos seguidores del club de Rennes crearon una canción que titularon “Galette-saucisse, je t’aime”, que se hizo popular y que se suele cantar en el estadio durante los partidos por los hinchas del club…