En la región de Franco-Condado, la capilla de Notre-Dame-du-haut, en lo alto de la colina de Bourlémont en Ronchamp, fue construida por Le Corbusier entre 1953 y 1955.
Esta colina fue siempre un lugar de culto, primero romano y después católico.
La capilla de notre-Dame-du-Haut es sorprendente. Es a la vez estilizada y maciza, y con sus muros, torres y suelo curvos está en armonía con el paisaje ondulado de los Vosgos.
Para su edificación, se emplearon las piedras de una antigua capilla destruida en 1913. Sus muros, recubiertos de hormigón proyectado están revestidos de cal blanca.
La cubierta en forma de caparazón es también de hormigón y está soportado solo por el forjado, dejando así un espacio encima de los muros, para aportar una línea luminosa en el interior.
En la pared sur, la que más luz recibe, pequeñas aberturas que se ensanchan oblicuamente, con vidrios de colores, permiten una sutil entrada de la luz.
El muro orientado hacia el este, donde se encuentra el altar, tiene pequeñas perforaciones cuadradas y un nicho con una estatua de la Virgen del siglo XVII que pertenecía a la antigua capilla. Los laterales tienen luz cenital indirecta difuminándose suavemente.
La concepción de la luz, la sencillez del interior de la capilla, resaltan el carácter sacro del espacio.
La capilla de Notre-Dame-Du-Haut es una obra maestra de la arquitectura moderna y es la obra más conocida de Le Corbusier que supo unir la materia y la luz en una creación que no deja de asombrar y conmover a todo los visitantes.