
La Abadía de Fontenay se encuentra en la región de Bourgogne-Franche-Comté, en medio de un pequeño valle de 1200 hectáreas de bosques y praderas.

Fundada en 1118 por San Bernardo, es uno de los más antiguos monasterios cistercienses de Francia y se encuentra en perfecto estado de conservación. La arquitectura románica, la homogeneidad del conjunto de la construcción transmiten la austeridad y la sencillez de la vida monacal.

Los edificios se sitúan todos alrededor del claustro y, aunque algunos hayan sido transformados o destruidos a lo largo de los siglos, la abadía ha conservado su aspecto inicial.

La iglesia abacial fue construida entre 1139 y 1147. Con su sobriedad, es un modelo de la arquitectura románica de la región.

En el transepto norte, se puede admirar la estatua de la Virgen con el Niño.

El Claustro, de forma cuadrada es el centro del monasterio y se compone de cuatro galerías.

Comunica con todos los edificios.

La sala capitular era el lugar donde se tomaban todas las decisiones que afectaban a la comunidad.

A su lado, la sala de los monjes o scriptorium es una amplia estancia donde se copiaban y se ilustraban los manuscritos.

El dormitorio ocupa la primera planta. Los frailes dormían vestidos, sobre sencillos colchones de paja. El techo de madera de encina es del siglo XV.

En la fragua, los monjes fabricaban sus herramientas.

El arroyo de Fontenay fue desviado y utilizado para activar los martillos que servían a trabajar el hierro.

La prisión, llamada “l’enfermerie”, es del siglo XVI. Allí se encerraba a los criminales que estaban bajo la jurisdicción del Abad.

Al oeste de la Abadía, el magnífico palomar es del siglo XV. A su lado se encuentra la perrera donde se cuidaban los perros de caza de los duques de Borgoña.

La Abadía fue muy importante durante los siglos XII y XIII, pero conoció momentos difíciles en el siglo XIV cuando fue saqueada por los ingleses, y en el siglo XV durante las Guerras de Religión. Después de la Revolución Francesa, fue secularizada y albergó una manufactura de papel, hasta 1906. Fue entonces adquirida por Edouard Aymard que la restauró y le devolvió su aspecto anterior. Hoy, la Abadía sigue siendo propiedad de la familia Aymard y se puede visitar.
Pues no la conocía, todo un descubrimiento. Saludos