La torre Saint-Jacques, con sus 54 metros de altura, se yergue en medio de una plaza ajardinada que lleva su nombre, en el cruce de la rue de Rivoli y del Boulevard de Sebastopol.
Este antiguo campanario de estilo gótico flamígero, edificado entre 1509 y 1523, es todo lo queda de la iglesia Saint-Jacques de la Boucherie del siglo XV, que fue destruida en 1797, durante la Revolución.
Esta iglesia era un punto de partida del Camino de Santiago, y la torre lo sigue siendo.
Se dice que la torre fue salvada porque Blaise Pascal realizó allí experimentos sobre la gravedad. Una estatua del filósofo y científico se encuentra en la base de la torre.
En 1836, el Ayuntamiento de París compró la torre y encargó su restauración al arquitecto Théodore Ballu. Las obras fueron considerables ya que el edificio, construido con cuatro tipos de piedras diferente, es frágil.
En 1891, una estación meteorológica, que sigue funcionando todavía hoy en día, fue instalada lo alto de la torre.
La mayor parte las estatuas y las gárgolas que decoran la Torre Saint-Jacques son del principio del siglo XX.
En la plataforma, una estatua de 4 metros, de Santiago el mayor, domina el edificio. Se cree que la estatua original tenía 10 metros de altura.
En las cuatro esquinas se ven unas esculturas de los símbolos de los evangelistas: el león (Marcos), el toro (Lucas), el águila (Juan) y el ángel (Mateos).
El jardín que rodea la torre, “le square de la tour Saint-Jacques” destaca por la belleza de sus plantas y es uno de los más bellos de la capital. Creado en 1856, fue el primer jardín público de París.
Desde 2014, la Torre Saint-Jacques se puede visitar en verano.
Hay que subir los 300 escalones que llevan a su punto más alto…
Pero el esfuerzo merece la pena; desde la plataforma, la vista de todo Paris con sus monumentos, es insuperable.