Situada en la región Île-de-France, en el departamento de Seine-et-Marne, Provins está a solo 67 kilómetros de París.
Fue ocupada por los romanos y conquistada por Clovis en 485. En la Edad Media se convirtió en la capital económica de los Condes de Champagne.
Durante los siglos XII y XIII, gracias a su situación estratégica en la confluencia de varias rutas comerciales, se convirtió en una de las ciudades más importantes de Francia.
Sus Ferias, donde se vendían todo tipo de artículos como telas, lanas, vinos, pieles o joyas atraían a gente de toda Europa. Provins llegó a acuñar su propia moneda: el “denier provinois”.
Provins ha conservado su aspecto medieval y la estructura urbana que fue concebida para acoger las ferias.
La ciudad alta se encuentra dentro de unas grandes murallas alzadas entre los siglos XI y XIII. Estas fortificaciones miden 1200 metros y tienen 22 torres. Las dos puertas, la puerta de Jouy y la Puerta Saint-Jean fueron construidas durante el reinado de Philippe le Bel.
La Tour César domina la ciudad. Una leyenda cuenta que fue edificada por Julio César pero en realidad data del siglo XII. Es un torreón octogonal que se eleva sobre una base cuadrada. Ofrece una vista panorámica impresionante sobre la ciudad y sus alrededores.
A su lado, la colegiala Saint-Quiriace es una iglesia del siglo XII que quedó inacabada pro dificultades económicas. En su plaza, tuvieron lugar las primeras transacciones financieras y las primeras ferias de Provins.
La Grange aux Dîmes, del siglo XIII, se utilizaba como mercado cubierto durante las ferias. En el siglo XVII servía para guardar la dîme (un impuesto sobre las cosechas).
Hoy alberga una exposición de personajes de cera que representa los oficios de la Edad Media.
En la plaza del Châtel se celebraban en aquellos tiempos las grandes ferias de Provins. Hoy está bordeada de restaurantes y boutiques.
En la rue du Palais, la Maison Romane (la Casa Románica) clasifica como monumento histórico es el edificio más antiguo de la ciudad y alberga el Musée de Provins.
No se sabe mucho de la razón de la extensión de 4 kilómetros de los subterráneos que se encuentran debajo de esta ciudad medieval. Se cree que se empezaron a cavar para extraer la arcilla necesaria para la elaboración de la lana y que más adelante sirvieron para almacenar mercancías y también que fueron refugios durante la Revolución.
Provins es orgullosa de su rosaleda donde se pueden ver más de 300 variedades de rosas antiguas y modernas.
La rosa de Provins tiene propiedades medicinales reconocidas pero también se prepara con ella deliciosas confiterías.
Las “niflettes” son riquísimos pastelitos tradicionales del día de Todos los Santos, de hojaldre y con crema…
y no nos olvidemos de todos los quesos de Brie…
