A principio del siglo XIX, París era una ciudad muy diferente de la que conocemos hoy.
Con sus calles estrechas y tortuosas, seguía siendo una ciudad medieval. Sin embargo, su población habían aumentado mucho, la circulación en el centro era difícil, y debido a la falta de agua, tenía problemas de insalubridad.
En 1853, Napoleón III decidió transformar la ciudad y hacer de ella un modelo de urbanismo y de higiene.
Nombró Prefecto del Sena a Georges-Eugene Haussmann y le encargó la misión de ampliar, unificar y embellecer la ciudad. Haussmann era un hombre decidido, con gran capacidad de trabajo y un buen administrador.
Este proyecto tan ambicioso supuso una completa transformación de la ciudad y su ejecución duró 17 años durante los cuales París se convirtió en una inmensa obra de construcción.
Se demolieron barrios enteros para abrir grandes avenidas rectilíneas como los bulevares Saint-Michel, Sébastopol, de Estrasburgo, que, con la prolongación de la rue de Rivoli hasta la plaza de la Concorde y los Campos Elíseos, formaron el gran cruce de París.
Las avenidas desembocan a menudo en plazas con monumentos importantes. Numerosos ejes de comunicaciones se construyen a partir de ellas. Estas grandes arterias de circulación sanearon la ciudad pero también eran vías estratégicas para la artillería en caso de disturbios.
Las calles medievales e insalubres y las casas en mal estado de casi toda l’Île de la Cité fueron destruidas.
Se levantaron edificios administrativos como el Tribunal de Commerce, el Palais de Justice o la Préfecture de Police.
La plaza de la catedral Nôtre-Dame fue ampliada y las casas que la rodeaban demolidas.
Estas transformaciones radicales siguen siendo hoy en día muy cuestionadas.
Una de las metas de la renovación de París era la mejora del abastecimiento de agua y de la evacuación de los desechos. Se construyeron acueductos y grandes depósitos de agua y se modernizó la red de alcantarillado.
El Bois de Boulogne y el de Vincennes así como las buttes Chaumont fueron transformados en parques.
Se construyeron las Halles Centrales así como mercados, iglesias, hospitales y teatros como el Opéra Garnier.
Haussmann quería desarrollar las comunicaciones entre la capital y las regiones y mando construir la estación de Lyon en 1855 y la estación du Nord en 1865.
Haussmann no solo reorganizó Paris, sino también definió unas reglas de arquitectura que se debían de aplicar a todos los edificios. Las fachadas habían de ser perfectamente alineadas así como los balcones y las cornisas para dar a la ciudad esta homogeneidad arquitectónica que es la principal característica del estilo haussmanniano y que algunos de los contemporáneos del prefecto calificaban de monótono. Haussmann fue también muy criticado por las cuantiosas sumas de dinero que gastó y que endeudaron la ciudad durante 50 años.
Hoy en día, las opiniones sobre las reformas de Haussmann siguen siendo divididas, aunque mucha gente, en particular los urbanistas y los parisinos en general, las consideran muy positivas.