Situada en el departamento de Ille-et-Vilaine, Saint-Malo ocupa un lugar privilegiado en Bretaña, en la desembocadura del río Rance.
Su nombre procede de Mac Low, un monje gales que, en el siglo VI fue obispo de Alet, la antigua cuna de la ciudad actual.
Entre los siglos XVI y XIV, Saint-Malo gozó de influencia y prosperidad gracias a las hazañas de sus marineros, aventureros y exploradores: en 1534 Jacques Cartier descubrió Canadá, en 1698 marineros bretones viajaron a América del sur y entre 1688 y 1713 , corsarios como Dugay-Trouin y Surcouf esquilmaban los barcos enemigos con licencia del rey. El comercio con Las Indias aportó riquezas y numerosos armadores construyeron las mansiones hoy conocidas como las “malouinières”.
Intramuros, la ciudad antigua está completamente rodeada de fortificaciones que fueron construidas en el siglo XII y ampliadas a partir de 1708 bajo la dirección de Vauban. Hoy siguen en perfecto estado de conservación.
En ellas destacan la puerta Saint-Vincent y la Grande Porte.
Un paseo por el camino de ronda ofrece unas vistas preciosas sobre las playas y las islas.
Las calles de la ciudad son estrechas y empedradas con casas altas, tabernas antiguas, tiendas, restaurantes y creperías.
La catedral Saint-Vincent, construida sobre una roca a partir del siglo XI presenta una mezcla de diferentes estilos de arquitectura. Es uno de los edificios historicos más importantes de la ciudad.
El Castillo de Saint-Malo edificado en 1424 por los duques de Bretaña es hoy la sede del ayuntamiento y tiene un museo de la historia de la ciudad.
Extramuros, se encuentran las islas del Grand Bé y del Petit Bé. En la primera está la tumba del escritor Chateaubriand nacido en Saint-Malo.
La segunda destaca por su fuerte, construido por Vauban para defender la ciudad. Las dos son asequibles a pie a marea baja.
hermosas lugar y photografias!!
Gracias.